El confucianismo se basa en los escritos de Confucio (551–480 a.C.), pensador chino que recogió parte de las enseñanzas morales prevalecientes en la antigua China y predicó la necesidad de volver a practicar lo que denominó la «humanidad», es decir, la benevolencia. Práctica que debía incluir la «reciprocidad», es decir, no hacer a los demás lo que no deseamos que éstos nos hagan. El estudio de la historia es necesario para comprender «los caminos del cielo».
Confucio jamás pretendió establecer un sistema religioso ni defender un sistema de religiosidad en particular, a no ser las tradiciones religiosas prevalecientes en su época. La idea principal era el Camino o «Tao» del Cielo, el cual debía ser transitado por los humanos. Pero aunque creía en «el cielo», no aclaró el significado del más allá, ni construyó teorías acerca de los espíritus, si bien sancionó la costumbre de venerar a los antepasados. Se ponía énfasis en la bondad interior, la lealtad, la sinceridad, la firmeza, etc. Su sistema de pensamiento aceptaba como indicios de la auténtica nobleza la piedad filial, el carácter, la reciprocidad, el equilibrio, etc.
Reconoce la existencia de un poder supremo en el universo y una serie de valores espirituales trascendentes. Los principales intérpretes de Confucio fueron Mencio (371–289 a.C.) y Hsun-tse (312–238 a.C.). Durante la dinastía Han, se convirtió en religión favorecida, se preparó un canon de escritos aceptados y se inició una especie de culto a Confucio que llegó hasta a erigir templos al maestro en todas las ciudades. La religiosidad oficialista exigió que se le tributara culto a Confucio. Los clásicos confucianos eran utilizados en la preparación de los funcionarios del gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario